PRÁCTICAS ENERGÉTICAS Y ESPIRITUALES DE REGENERACIÓN CELULAR PARA EL REJUVENECIMIENTO Y LA LONGEVIDAD DEL CUERPO FÍSICO
El rejuvenecimiento y la longevidad del cuerpo físico no sólo se consiguen cuidando la biología. También están relacionados con el cuidado de la mente, las emociones, la energía y la conexión permanente con la esencia que está detrás del ser humano de carne, de huesos y de sangre.
La esencia de los seres humanos es espiritual y, por lo tanto, divina y cósmica. Al ser espiritual, esa esencia es también inmortal o, más correctamente aún, eterna. Es decir, no tiene principio ni tiene final. Por extraño que pueda parecerle a la mente, es así. En una forma u otra, la Vida siempre existió, existe y existirá, cambiando, viajando, manifestándose, creciendo, evolucionando…, al igual que le sucede a nuestra esencia, que se encarna a través de distintos cuerpos, personalidades y experiencias de vida, para lograr cada vez más sabiduría, amor, luz, comprensión, compasión, paz y demás cualidades de elevada vibración energética, esas que, junto con otras muchas personas, yo llamo Cualidades del Amor Divino.
Desde tiempos muy antiguos, existieron Casas de Vida en distintos puntos del planeta Tierra, una de cuyas misiones y cometidos principales era, precisamente, entrenar a quienes en ellas se introducían en prácticas que les permitieran recuperar la salud, cuando esto era necesario y, sobre todo, mantener un estado físico, mental, emocional, energético y espiritual lo más perfecto posible, con la intención de conservar la juventud y alargar la vida de una forma considerable. Muchos de los maestros más avanzados de esas prácticas, lograron incluso conservar el mismo cuerpo y la misma personalidad a lo largo de varias centurias, antes de que su alma regresara al Reino del Espíritu. La esperanza de vida que actualmente hay en muchos países de la Tierra nos parece un buen logro y desde luego lo es, si bien podemos alargar esa vida muchísimo más, y gozar de un óptimo estado de salud en todos y cada uno de nuestros centros vitales, mientras permanecemos encarnados en la humanidad y la materia.
Lemuria, Atlántida, Egipto, India, Bretaña, Galia, Tibet…, son algunos de los lugares más conocidos en lo que a esas Casas de Vida se refiere, pero no los únicos. Grandes avatares como Jesús de Nazaret, sus padres: María y José, su abuela materna: Ana, sus esposas y consortes: María de Tyana, María de Betania, Mariam y Radha, algunos de sus hijos, además de otros muchos de sus parientes y seguidores, se iniciaron y formaron con detalle en esas Casas que, como no podría ser de otro modo, tenían la atención enfocada en la continua y constante conexión con el Espíritu: individual, colectivo, planetario, galáctico y cósmico, o lo que es lo mismo, con la Fuente Divina y Cósmica de la Existencia Universal y Central que es, a la vez, Madre y Padre, Luna y Sol, femenina/receptiva y masculina/activa.
Esas enseñanzas sobre la salud, el rejuvenecimiento y la longevidad, están llegando de nuevo a nosotr@s, en esta nueva era en la que ya estamos inmersos y en la que, después de muchos siglos de olvido colectivo, estamos recuperando la memoria de lo que en verdad somos.
Las prácticas energéticas y espirituales destinadas a la regeneración celular, el rejuvenecimiento y la longevidad del cuerpo físico, que yo misma trabajo en mí y también enseño a las personas interesadas en rejuvenecer y mantener su cuerpo físico fuerte y sano a lo largo de los años, están basadas en el hecho de que el cuerpo, la mente, las emociones, el alma y el espíritu son inseparables y están profundamente relacionados entre sí, influyéndose mutuamente y contribuyendo cada uno de ellos al bienestar general.