MOISÉS, EGIPTO Y LA TIERRA PROMETIDA
MOISÉS, EGIPTO Y LA TIERRA PROMETIDA
Imágenes de portada: Yeshua Logos Solar y Árbol de la Vida Kabbalístico - (C) María Ávalon 2023
Moshé Rabenu: Nuestro Maestro Moisés, Raia Mehemna: Pastor Fiel, Tzadik: Alma Justa, Mahatma: Alma Grande, es uno de los cuatro principales patriarcas y tzadikim del Pueblo de Israel, el pueblo que va directo a Él, es decir, la tribu que va de la esclavitud de la materia: Egipto, a la liberación del alma, el espíritu y el ser: Tierra Prometida, una vez ha hecho la travesía por el desierto y ha integrado en una sola sus dos aguas: las inferiores y las superiores, pudiendo entonces caminar en calma por lo seco, permitiendo que lo inferior quede ahogado en lo superior, donde será purificado, trascendido, superado, reciclado y reconvertido.
Existen, de acuerdo con mi criterio e investigación, dos Moshés. Es decir, dos estados de conciencia, consciencia y evolución que el Moshé histórico representa, muestra y nos recuerda todavía hoy, varios milenios después de que este Tzadik/Mahatma encarnara en el planeta Tierra y, más concretamente, en territorio egipcio. Uno de ellos es Moshé del Monte Sinaí y Nétzaj. El otro es Moshé del Monte Nebo y Da'at. Ambos están hoy más presentes que siempre, en este momento de la evolución humana y terrena en el que nos encontramos, trascendente como ningún otro lo fue en el pasado y es posible, quizás aventurándome más de la cuenta, también del futuro.
Moshé Rabenu, de quien la tradición hebrea y kabbalista dice que nació y desencarnó el mismo día del mes, mediando ciento veinte años de vida entre una fecha y la otra, fue Príncipe en Egipto, pastor en el desierto y líder del éxodo hacia Canaán: la Tierra Prometida. En las dos segundas etapas de su larga vida estuvo acompañado por Ziphora, su esposa y alma hermana, compañía imprescindible para llevar a cabo todo lo que realizó, una vez fue consciente de su origen y parentesco: no sólo egipcio sino también hebreo.
En este vídeo sobre Moshé Rabenu, hablo ampliamente de quién fue este Gran Tzadik, Patriarca y Rabbí, que tantas enseñanzas nos legó para que, cuando corresponda de acuerdo con nuestro mérito y nuestro amor a la Creación y a Quien la creó, logremos ascender donde él llegó, disfrutando de Canaán, la Tierra Prometida que nos aguarda más allá del arco iris de la Binah, en compañía de nuestr@s herman@s: de todas las razas, culturas, planetas, sistemas solares, galaxias..., mientras permanecemos en la encarnación humana y terrena, así como también después de ella. Amén, Amén, Amén. Shéla, Shéla, Shéla. Gracias, Gracias, Gracias.
María Ávalon
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