dedicado a la evolución del alma

LAS 72 INTELIGENCIAS CREADORAS DE LA KABALAH

AVALON PSICOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD

Escuela para la Evolución del Alma

 

VESICA PISCIS TOURS

Viajes Sagrados y Conscientes

 

 

LAS 72 INTELIGENCIAS CREADORAS DE LA KABALAH

TECNOLOGÍA ENERGÉTICA Y ESPIRITUAL PARA LA TRANSFORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ALMA

 

                                            La Kabalah es una tradición viva de conocimiento superior, un sistema universal no sujeto a dogmas ni ideologías religiosas, por lo que es perfectamente válido para todas las personas interesadas en el autoconocimiento, la transformación, la apertura de la conciencia, el desarrollo de capacidades y la evolución, tanto en el ámbito espiritual como en el humano.

 

                                                                  Si bien las raíces de la Kabalah se remontan a Egipto, Atlantis y mucho más atrás, la tradición kabalística señala a Abraham como el primero que, en la obra que se le atribuye: Séfer Yetsirá: El Libro de la Creación, estableció tanto la metodología, como los principios básicos de esta sagrada herramienta para la transformación y evolución interior, que también produce lindos y suculentos frutos en el exterior. En esa obra, están ya presentes los elementos kabalísticos fundamentales que, no sólo han llegado hasta nuestros días, sino que también siguen teniendo la misma importancia y utilidad que entonces. Se trata, por ejemplo, de los 72 nombres de Dios, las 10 esferas, las 22 letras hebreas, los Arcángeles, los Ángeles y las Esferas Planetarias, las técnicas de meditación y de oración, e incluso las prácticas mágicas y alquímicas. Con todo esto y mucho más, integrado y desarrollado de forma perseverante y continua, es posible lograr un grado de unión tan profundo con el Intelecto Divino, que lleva a materializar eso que en la dimensión terrena llamamos milagros. Después de Abraham, Moisés fue el segundo impulsor significativo de la Kabalah. Detrás de él la practicaron y desarrollaron l@s eseni@s, el linaje en el que nació Yeshua, en su encarnación de hace más de dos mil años. Ahora bien, no sólo el maestro del amor, la paz y el uso justo de la energía era un gran kabalista. También lo fueron much@s de sus parientes más cercanos y, desde luego, sus padres, sus abuelos maternos, su esposa y algun@s de sus hij@s.

 

                                                                  En su largo recorrido histórico y evolutivo, la Kabalah ha ido asimilando y adaptando contenidos de otras culturas, tradiciones y pueblos. También ha introducido enseñanzas de la gnosis y la filosofía griega así como, más recientemente, de la psicología junguiana y transpersonal. Por esa capacidad de evolución, integración y adaptación que tiene, la Kabalá se ha convertido, a lo largo del tiempo, en un camino de conexión con la Fuente Divina, como quiera que cada cual la nombre, válido para tod@s, a la vez que independiente de cualquier credo y religión, si bien es cierto que el judaísmo bebió y sigue bebiendo en sus fuentes, siendo a través de esa cultura como antaño fue más conocida.

 

                                                                  El símbolo fundamental de la Kabalá es el Árbol de la Vida, un mapa de la conciencia y de la energía, que representa a la Fuente Divina y Cósmica de la Existencia, al Universo y al ser humano, además de la relación que existe entre esta trinidad de la Vida Una, expresadas en la experiencia material y terrestre. Fue a partir del siglo XII, cuando todo el cuerpo de conocimiento delineado en el Séfer Yetsirá, se reestructuró de una manera nueva, sintetizada y simbolizada en lo que hoy conocemos como el Árbol Kabalístico de la Vida, una amplia y enriquecedora síntesis e integración de cinco saberes fundamentales del Conocimiento Perenne o Gnosis, cinco de las más elevadas y avanzadas ciencias sagradas para la evolución, transformación y elevación del alma humana, y de la personalidad terrestre en la que ésta habita en cada encarnación. Se trata del Tarot, la Astrología, la Alquimia, la Numerología y la misma Kabalah, todas ellas relacionadas también con el ámbito psicológico humano. Gracias a esa unidad, y en una única imagen, nos encontramos en el Árbol con una representación completa de la vida y de la Vida, una geometría sagrada que muestra las esferas más sutiles y las más mundanas, así como los distintos caminos y modos de conexión que hay entre ellas, todos disponibles para ser andados, integrados y desarrollados por los seres humanos de carne y hueso, vehículos a través de los cuales la esencia espiritual se manifiesta, sagradas vasijas capaces de conectar con, albergar y manifestar, códigos y frecuencias energéticas de alta vibración, una vez nos hemos liberado de las de menor frecuencia. España, durante la Edad Media, fue uno de los enclaves más significativos para el desarrollo de esta ciencia sagrada, y desde donde se extendió más allá de su territorio.

 

                                                                  Cada esfera del Árbol Kabalístico, cuenta con lo que yo llamo cuatro poderes o energías regentes, cuyos apelativos tradicionales son éstos: Nombre de Dios, Arcángel, Coro de Ángeles y Esfera Planetaria. Es decir, existen diez Nombres de Dios, diez Arcángeles, diez Coros Angélicos y diez Esferas Planetarias, que están detrás de, rigen y alientan con su energía particular a las sefirot. Son conciencias espirituales de muy elevado voltaje, y no seres antropomórficos como la mente humana los imagina. Muy sintéticamente, diré que los Nombres Divinos representan la energía o programa esencial de cada esfera y su poder creador. Los Arcángeles son quienes reciben esa energía, la regentan y distribuyen hacia el plano de los Ángeles, que se encargan de configurarla y, posteriormente, la pasan a las Esferas Planetarias, en las que esas energías finalmente toman forma, justo antes de ser materializadas en los distintos planetas y seres que los habitamos. Para unir las esferas entre sí, existen veintidós senderos, representados y regidos por las veintidós letras del alfabeto hebreo, que también son emanaciones energéticas de elevadísimo calibre, canales a través de los cuales pasa la energía, y no letras como ahora las entendemos. De hecho, nada es lo que habíamos creído que era. Todo es mucho más profundo y sagrado.

 

                                                                  Cuanto más se retiran los velos que tuvieron tapados y ocultos los misterios de la vida, y más disponibles para tod@s se hacen sus secretos, más comprendemos que, lo que antes llamábamos diosa, dios, arcángel, ángel, maestr@... son, en verdad y mucho más que seres antropomórficos, códigos y programas energéticos, frecuencias de luz, color, número y forma, que vibran a una determinada velocidad. Es decir, un software dentro de un hardware. Dicho de otra manera, tecnología informática de un nivel muy elevado, mas no material sino energética y espiritual que, dicho sea de paso, es la base de aquella, pues sería imposible que los seres humanos inventaran y crearan todos los artilugios que son capaces de inventar y crear, si éstos no existieran ya en su interior. Para ser aún más precisa, si no estuvieran inscritos e incluidos en su código genético, que no sólo es humano sino también, sobre todo, divino y cósmico. Otro software dentro de un hardware. Como es arriba, así es abajo. Como es afuera, así es adentro. Lo que inventamos y creamos es lo que somos, en todos los ámbitos y aspectos de la vida. Cuanto más conscientes somos de esta verdad, más nos ocupamos de inventar y crear lo que potencia nuestros talentos y nos beneficia, en vez de lo que merma nuestras facultades y nos perjudica. Y cuanto más hacemos esto con nosotr@s mism@s, más fácilmente lo irradiamos y expresamos, de manera natural y espontánea, a cuanto nos rodea que, poco a poco, y gracias a esa beneficiosa y benéfica influencia, comenzará también a transformarse en la medida en que haya de hacerlo. Al menos cambiará ante nuestros ojos que, una vez están alumbrados con la luz del corazón y del ser, verán todo de una manera diferente y nueva, infinitamente más hermosa, brillante y armoniosa, siendo esto mismo lo que más atraemos hacia nuestra vida. No hay otro camino salvo el que va de dentro hacia fuera.

 

                                                                  Además del software con que cuentan las esferas, los senderos y las letras hebreas del Árbol Kabalístico de la Vida, existe otro aún más potente y poderoso. Se trata de las 72 Inteligencias Creadoras, tradicionalmente llamadas 72 Nombres de Dios. Considero la primera nomenclatura más adecuada que la segunda, ya que transmite más claramente a qué me estoy refiriendo: energías inteligentes, dotadas de unos determinados códigos y frecuencias de información/luz, que les otorga capacidad para crear por sí mismas. No son nombres en el sentido usual del término. Mucho menos entidades concretas y con forma antropomórfica. Cada una de esas 72 inteligencias está formada por tres letras hebreas, dando lugar a 72 llaves que abren, y dan acceso a, los programas que están instalados e incluidos en esas vasijas de conciencia y vida que las letras son, individualmente y en conjunto. Como consecuencia, son herramientas muy valiosas para canalizar esos códigos de información/luz, activarlos, integrarlos, dejarnos impregnar por ellos y usarlos en la vida cotidiana. En la medida en que lo hagamos, las puertas de los Cielos serán abiertas para nosotr@s, y recibiremos por añadidura todo cuanto precisemos para nuestra andadura humana, mientras vestimos el actual traje espacial, con el que nuestra esencia y nuestra alma viajan en la nave Tierra en esta ocasión. El Reino de los Cielos no es otro que nuestro ser multidimensional y cuántico, perfectamente conectado y sintonizado con nuestra personalidad terrestre.

 

                                                                  El paradigmático número 72 es un código en sí mismo, que también contiene un programa infor-mático, transmisor y dador de luz con forma, al igual que el 3, número sagrado y alquímico por excelencia: tres letras en cada Nombre, tres versículos del relato del Mar Rojo… 3 x 3 = 9, 3 + 3 + 3= 9, 7 + 2= 9. El 3 y el 9 son dos de las frecuencias creadoras de Tesla. La tercera (de nuevo tres) es el 6, que surge de restar 3 al 9. En mi propia numerología están las tres frecuencias, uno de los motivos por los que tanto sintonizo con ese genio cósmico, que tanto legó a la humanidad y que, como tod@s l@s adelantad@s a su tiempo, fue tan mal comprendido y tratado. ¡Infinitas gracias hermoso ser, y bendito seas dondequiera que estés ahora! Todo es un paquete informático de datos, una geometría sagrada metafísica que, en la máxima densidad de la materia y para que la mente se oriente, tiene una determinada forma material. Los seres humanos de la Tierra también somos un conjunto y banco de datos, unas bibliotecas biológicas vivas, que albergan y manejan distintos tipos de información, pasándolos de continuo a la experiencia, donde quedan archivados y registrados, para enriquecimiento y actualización del banco de datos general, en poder de la Fuente Creadora.

 

                                                                  Esas 72 combinaciones de letras, que dan lugar a tantas otras Inteligencias Creadoras, salen de los tres primeros versículos del relato del Mar Rojo, en el que se narra la salida de Egipto del pueblo israelita, en dirección a la Tierra Prometida. Una marcha liderada por Moisés, encargado de llevar adelante la liberación de la misma gente a la que él había contribuido a dominar. Los textos bíblicos originales, sin recortar ni manipular, son textos kabalísticos, cuyas enseñanzas y tecnologías energéticas y espirituales están abiertas a, y disponibles para, tod@s. Otra cosa es lo que las religiones judaica y católica han hecho con esos textos originales. Por otra parte, los relatos sagrados de todas las tradiciones de sabiduría, tienen varias capas y niveles de lectura, comprensión, interpretación y aplicación, para que cada cual reciba de ellos lo necesario, según su grado de consciencia, conocimiento y desarrollo. A medida que éstos se amplían, gracias a la labor continua con un@ mism@, es posible llegar a las capas más profundas y escondidas. Quienes no realicen esa tarea de transformación permanente, se quedarán sólo en la superficie, tomando lo escrito como mera información literal y cronológica. Todo es adecuado y correcto según para quién. Cada cual está donde ha de estar, de acuerdo con su evolución anterior, y todas las alternativas merecen ser respetadas.

 

                                                                  La manera en que esos 72 códigos y llaves se formaron es la siguiente: la primera letra del primer versículo, la primera letra del segundo y la primera letra del tercero, forman la primera combinación o tecnología creadora divina, la primera llave inteligente. La segunda letra del primer versículo, la segunda letra del segundo y la segunda letra del tercero, forma la segunda llave creadora, y así sucesivamente hasta llegar a la número 72. Esta tecnología energética y espiritual, de las 72 frecuencias creadoras o llaves kabalísticas inteligentes, la usó Moisés para separar, literalmente, las aguas del Mar Rojo, poder atravesarlo y llegar san@s y salv@s a la otra orilla, librándose así del ejército del faraón, que les pisaba los talones. Las letras hebreas, como las runas, la escritura cuneiforme, los jeroglíficos egipcios y otras grafías, son formas de conciencia-energía-espíritu-ser de muy elevada frecuencia, formulaciones primarias del espíritu, moldes o vasijas que contienen y expresan la energía viva de la Luz Divina, el hálito del Santo y Primordial Espíritu, así que es lógico que tengan ese poder. Para algo son ellas las que forman las 72 Inteligencias Creadoras a las que me estoy refiriendo aquí. Ahora bien, para que la tecnología mencionada hiciera efecto, y realmente fuera realizada esa separación física, Moisés tuvo que entrenarse mucho y muy profundamente. No fue algo baladí, gratuito ni casual, sino el resultado de una gran labor consigo mismo: de autoconocimiento, transformación, transmutación, evolución…, sumada a un profundo conocimiento de las leyes universales y de los elementos, y de la sabiduría egipcia en la que se formó y practicó desde muy joven, por citar sólo lo más relacionado con aquella encarnación.

 

                                                                  Por otra parte, las marinas aguas no se separaron así como así, a bote pronto, mientras l@s israelitas estaban frente a la orilla del mar, contemplándolo y esperando tranquilamente a que se abriera. Fue necesario que se introdujeran en las aguas, y caminaran o nadaran por ellas un buen trecho, según su edad y estatura, antes de que el supuesto milagro de la separación se produjera. Y digo supuesto porque sé que, para quien ha llegado al grado de desarrollo interior y conexión con la divinidad, en los que por aquel entonces se encontraba Moisés, llevar a cabo un acto semejante, es tan sencillo y simple como para cualquiera de nosotr@s ducharnos, vestirnos y encender la computadora. Ni más ni menos simple y sencillo que esto. De hecho, tod@s hacemos milagros de alguna clase, aunque a la mente racional no se lo parezca. ¡¿Qué no seremos capaces de hacer, cuando los velos que todavía nos cubren se caigan por completo, y tengamos acceso directo a nuestro verdadero ser y a todo lo que éste lleva en su interior?! Seguro que proezas como esa y otras mayores aún. Al fin y al cabo, tod@s llevamos a la divinidad en nuestro código genético. Incluso quienes por sus actos parece que no, también portan sangre divina en sus venas, aunque esté tan obstruida o diluida que apenas se note, o no se note en absoluto. Estar está.

 

                                                                  Meterse en el mar y moverse por él, antes de que las aguas se hubieran separado, fue un inmenso acto de fe y más aún de certeza, dos requisitos imprescindibles para que los milagros ocurran, y que siempre han de acompañar a nuestros actos para atraerlos efectivamente hacia nosotr@s y nuestra vida. La primera implica confianza plena en que sucederá aquello que anhelamos. La segunda, aún más significativa y potente, nos hace estar completamente segur@s de que sí, sí y también, nuestro propósito se materializará, sin saber cómo, aunque las apariencias externas muestren otra cosa e incluso, con frecuencia, que va a ocurrir todo lo contrario. La certeza es una seguridad interna y absoluta de que la ayuda llegará. Procede del ser y de su conexión sin condiciones con la divinidad que lleva dentro, que se activa en el preciso instante en que nos metemos de lleno en el mar de las situaciones, ponemos en ellas lo mejor de nosotr@s mism@s, hacemos lo que hemos de hacer y, a la vez, nos quitamos del medio para no estorbar ni estropear su acción.

 

                                                                  Además de usarlas para meditar y conectar con los códigos y frecuencias de luz que contienen, otra aplicación muy interesante y práctica de la tecnología de las 72 Inteligencias Creadoras Kabalísticas, está relacionada con nuestras energías astrales de nacimiento, ya que cada una de ellas rige un quinario de la Rueda Zodiacal, además de unos determinados grados de varios signos. En este ámbito, yo aplico estas llaves a la fecha de nacimiento y a los cuatro puntales de cada carta astral: Sol, Luna, Ascendente y Medio Cielo. Cada Inteligencia es portada por una conciencia angélica, añadiéndole sus propias características, siendo éste otro dato significativo. El tercero tiene que ver con la edad cronológica actual, a la que corresponde otra de esas 72 llaves. Conociéndolas, podremos recuperar, o fortalecer y expandir, nuestro poder interior, separando las aguas de nuestro Mar Rojo particular y dirigiéndonos con confianza y certeza hacia la Tierra Prometida, mientras hacemos un amoroso, alegre y creativo paso por el desierto, que se llenará de gozo con nuestra presencia, y será bendecido con la verdad, la belleza y la bondad que iremos sembrando en él. ¡Que así sea para tod@s! Awen, Awen, Awen. Gracias, Gracias, Gracias.

 

 

                                                        

María Sánchez-Villacañas de Toro

Psicóloga Colegiada M-02604

 

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© María Sánchez-Villacañas de Toro (Lunes, 21 de marzo de 2022)

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